Hay distancias que no comienzan con un portazo. No siempre hay una gran discusión ni un desencuentro claro. A veces, simplemente, dejamos de llamarnos, de escribir, de mirar al otro con la misma atención. Y sin darnos cuenta, un día levantamos la vista y la conexión ya no está.
En su libro El poder del arrepentimiento, Daniel H. Pink lo expresa con mucha claridad:
“Los distanciamientos siguen una narrativa más turbia. A menudo carecen de un principio, de un nudo o de un final discernible. Ocurren de forma casi imperceptible. Un día, la conexión existe. Al otro, levantamos la vista y ya no está.”
Me resuena profundamente esa idea de lo imperceptible porque la vida está hecha de gestos pequeños, y es precisamente ahí donde se sostienen los vínculos: en una palabra amable, en una llamada inesperada, en decir “te extraño” antes de que sea demasiado tarde.
Quizá no siempre podamos recuperar lo perdido, pero sí podemos aprender de lo que duele.
El arrepentimiento puede ser un recordatorio, un faro que nos empuja a hacer las cosas distinto.
Hoy quiero invitarte a mirar a tu alrededor y preguntarte:
¿Hay alguien a quien quisieras tenderle la mano otra vez?
¿Un silencio que podrías transformar en palabra?
Haz la prueba. Escribe ese mensaje, regala esa sonrisa, abre un espacio para que la conexión vuelva a respirar.
Porque lo que más pesa no son las palabras dichas, sino las que nunca nos atrevimos a pronunciar.
Y sobretodo,
Mímate!!! 🌸
No hay comentarios:
Publicar un comentario