domingo, 8 de junio de 2025

A vueltas con el Camino de Santiago

 “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”

Antonio Machado tenía razón, pero ahora sé que el camino también se hace al respirar.



Este año he terminado el Camino de Santiago. No de golpe, no en una sola aventura, sino en tres partes, como si mi cuerpo y mi vida necesitaran espacios para integrar, para ajustar, para volver.

 Empezamos en 2023 en Oporto, y caminamos hasta la frontera con España. 

En 2024 retomamos desde ahí hasta Pontevedra. Y en 2025, desde Pontevedra a Santiago…

... y un poco más porque la última etapa, la de Cee a Finisterre, fue distinta, como si el cuerpo supiera que necesitaba anclar el proceso, cerrar el círculo, mirar el océano y dejar ir.



No estuve sola. Éramos tres, siempre los mismos. Y en ese “nosotros” también hubo magia.

 He podido ver sus procesos, acompañarlos, aprender de ellos. Reajustamos el plan para que nos hiciera bien a todos, porque como decíamos una y otra vez: no hemos venido a sufrir. Hemos venido a disfrutar del camino. 

Y eso también fue parte del aprendizaje: permitirnos hacerlo a nuestro ritmo, desde el cuidado, desde la alegría.

Este año hubo una diferencia clara en mí. Llevé conmigo un aliado silencioso y constante: la respiración consciente.

 Hubo días de cansancio, de paisajes que se repetían, de pies que dolían, de cuestas que exigían. Y entonces respiraba. 

A veces era solo notar cómo entraba el aire. Otras, poner una mano en el vientre y anclarme antes de seguir caminando. 

Respirar fue mi pausa, mi bastón invisible, mi pequeña tienda de campaña interior. 

La respiración me devolvía al paso, al momento, a mí.



Lo curioso del Camino es que se entiende mejor cuando ya lo has andado. 

Durante la marcha, hay niebla. Pero al mirar atrás… ves. Ves las decisiones, los desvíos, los encuentros. Ves cómo fuiste cambiando tú. 

Y entiendes que el verdadero avance no era hacia Santiago, sino hacia dentro. 

El Camino te da paz, te vacía de lo que ya no necesitas, te ayuda a dejar fuera de ti lo que en realidad no te sirve. Y esa sabiduría se queda, te la llevas al camino de la vida.

Caminar con una meta fue importante. Pero igual de importante fue ajustar el ritmo.

 Aprendí a no compararme, a descansar cuando lo necesitaba, a no correr por miedo. 

A confiar en que llegar no es una cuestión de velocidad, sino de presencia.

 El Camino te muestra, sin palabras, que tú también eres singular. Que todos los caminos son válidos. Que mirarte es más sabio que compararte.


Me llevo el polvo del camino, las ampollas con historia, las risas compartidas, los silencios que hablan. 

Me llevo también una certeza nueva: cada paso que damos con consciencia deja una huella más profunda que cualquier kilómetro recorrido. 

Respira. Camina. Y cuando dudes, vuelve a tu cuerpo. Él también sabe el camino.

Mímate!!!


Si te ha gustado este pequeño trozo de camino compartido, puedes encontrarme también en Instagram y Facebook @mimate_metime o en mi newsletter https://subscribepage.io/mimate-respira

donde seguimos respirando la vida a pasitos suaves. 

Estás más que invitada.

Y otra vez...

Mímate!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario